vive una
pacífica princesa de cristal.
Cada
mañana se dirige a orillas del río
para
sepultar bellas cajitas de papel
donde guarda
las lágrimas de su penar.
Cuando la
luna eclipsa, en total obscuridad
sus unicornios
corren presurosos al rescate.
De su tierna
figura, que pronto va a despertar
las
sirenas traen medicina para curar su piel
tratando
de introducir perlas en su fragilidad.
Así
obtendrá la dureza de una guerrera
y la
belleza de una romántica doncella.
En la
lejanía de un hospital el día va aclarar
el sol
entra tocando sus pies y sube por su ser.
Lentamente,
el cielo se abre por sus ojos celestes
tratando
de llamar a la conciencia de su realidad.
Es un milagro
que su cuerpo quiso sanar
dando
sonrisas, su fortaleza empieza a florecer
con el
paso del tiempo enfrentará la vida, otra vez
para palpitar la felicidad por renacer.
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